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Queridos lectores:

Hacía tiempo que no os enviaba una postal. Parece que las postales están ligadas a los viajes, a abrir una ventana a aquel que se queda de lo que el viajero está viendo.
Quizá por esa circunstancia, es más complicado enviar postales de la rutina, porque nuestros ojos se han acostumbrado a esos pequeños detalles que a los viajeros les llama la atención.

¿En qué momento la capacidad de asombro nos abandona en nuestra propia ciudad?

Os deseo a todos un feliz domingo y que a pesar de la rutina, consigamos sorprendernos de las pequeñas cosas de nuestro día a día.

Un saludo desde estas impresionantes montañas, capaces de quitar el aliento.