Tras un mes recorriendo el país en autobús, tras largos trayectos e infinitos kilómetros, no se me ocurre mejor idea que escribiros aquello que plasmé en mi libreta de viaje para que al menos sepáis donde os metéis.

Ya se sabe, “hombre precavido, vale por dos”.

01. Los kilómetros son diferentes

Debido al malísimo estado de las carreteras, las distancias en Myanmar se intensifican. Pero no “algo” como en otros países, esto es exagerado. Para 350 km necesitamos 14 horas. Vamos un Madrid – Valencia, pues más de medio día. Una locura

02. Hacen bastantes pausas

Al contrario que en otros países, los autobuses en Myanmar hacen bastantes pauses [razón por la cual, también los trayectos se alargan]. Aquí más o menos cada dos horas paran, ya sea en mitad de la noche, la hora de comer o no. A veces tienes suerte y se para en un area de servicio con restaurantes y baños “normales”, a veces en un único restaurante pequeño y malo y a veces en medio de la nada, donde tendrás que hacer pis tras unos arbustos en medio de la oscuridad.

Si en medio de la noche has conseguido dormirte, el señor conductor vendrá amablemente a despertarte para decirte que hay pausa. 3 am gracias, no quiero salir, quiero dormir.

03. Suelen ser cómodos (las primeras 3 horas)

Nos quedamos muy gratamente sorprendidos por cómo son los autobuses. Cómodos, con asientos reclinables. Además siempre dan una botella de agua y un tentempié [aunque estés sentado, j aja jaj ] Incluso en algunos nos han llegado a dar cepillo de dientes y manta.

04. Hay aire acondicionado

Para lo bueno y para lo malo. A las 10 de la noche cuando estás intentando dormir y las temperaturas exteriores han bajado, un chorro directo de aire acondicionado no facilita el sueño. Las temperaturas en el autobús suelen ser a veces polares. Llevad el saco de dormir, lo hemos usado en todos los trayectos y jamás nos ha sobrado.

05. Siempre está la televisión encendida

Una vez más, cuando digo siempre, me refiero a siempre. Es decir, a las 2 am cuando estés intentando alcanzar el sueño, tendrás de fondo, a un volumen bastante más alto de lo razonable, una especie de rosario budista en birmano. Así que la misma frase, una y otra vez, cual taladro en tu cabeza.

Puedes tener suerte y en vez de encontrarte con el rosario, puedes tener una película mala, tipo telenovela, con gritos y chillidos que harán que tus tímpanos te duelen. Dentro del catálogo, también hay canciones de amor en bucle, con estupendos videoclips tipo los del karaoke. Por supuesto, con subtítulos en birmano, para que puedas cantar. Una maravilla.
Importante, llévate tapones para los oídos.

06. El dormir está complicado

Si crees que eres invencible, puedes ir a los brazos de Morfeo en cualquier lugar del mundo, bajo cualquier circunstancia y que puedes vencer todo aquello que te he contado anteriormente, llega otro punto interesante.
Las calles están tan tan mal asfaltadas que parece que en vez de viajar en bus, estés traslandándote en una centrifugadora. O en una montaña rusa.
Y si por fin, a pesar de todo, has conseguido dormirte, llegará la pausa y te despertarán.  🙂

Además, como ya os contaré en otra entrada, en Myanmar cada vez que adelantan a un coche/bici/bus/persona tocan el claxon, con lo que si te sientas por la parte delantera, vas a ir el sonido de la bocina constantemente.

07. Hay un azafato/a

Cual vuelo. Una persona que te da el agua, te despierta, te quita el pasaporte para no saber qué pasará con él.

Otro tema sería la decoración de casino y demás, pero eso mejor, os dejo que lo descubráis vosotros mismos.

¿Qué os ha parecido? Dan ganas de subirse, ¿eh? “No es tan malo” como parece. ¿Habéis tenido experiencias similares?