El erasmus ha llegado a su fin. Cerramos una etapa para abrir otra.
Irremediablemente, mientras estoy en el coche de camino a mi nueva ciudad veo Suiza pasar; esas montañas, esos lagos, ese cielo que han sido testigos de este año.

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo.

Ha sido un año especial donde he aprendido a valorar los detalles que tenía en casa (familia, amigos), a ser más paciente (o al menos intentarlo), he aprendido a perder el tiempo, que cada tarde no debe estar ocupada con trabajos, a cocinar, a organizarme porque si no ibas al supermercado no comías… (No he podido aprender a ser puntual, dommage!)

He aprendido un poquito más sobre este país. Suiza tiene mucho por descubrir, sus peculiaridades, sus costumbres y evidentemente ni todo es bueno, ni todo es malo. (¡Qué ganas de volver a precios asequibles!)

No quiero, ni creo que sea posible, resumir este año. Me voy, pero me llevo buenos amigos, me llevo grandes recuerdos, nuevas recetas, excursiones hechas y quizás, demasiadas fotografías.

Hasta siempre Lausanne.

 

“Si despedirse implica haber vivido, sólo por eso, mereció la pena.”