Cada vez somos más los que, por unas razones u otras, estamos fuera de casa, en un país diferente. Cuando me mudé a Alemania busqué bastante información sobre temas para “empezar” (alojamientos, transportes y demás). Siempre es buena ayuda tener algún amigo en el sitio de destino, pero evidentemente no siempre es posible.
Hoy en día, hay muchísimos blogs de gente que ofrece su experiencia y sus vivencias y está a dispuesta ayudar. Yo tengo varios blogs por ahí que me encantan para descubrir las peculiaridades de Alemania y Múnich.
Expat-blog.comes una plataforma que recoge los blogs de gente por todo el mundo. Además hay foros y te puede poner en contacto con mucha gente interesante.
La libreta roja ha sido elegida como blog del mes y se puede leer en el link la pequeña entrevista que me hicieron.
Os invito que os paséis por la plataforma, cuando uno está fuera de casa toda ayuda es buena. Y por supuesto, ha sido todo un enorme ser Miss Julio2014. 😉
Después de habernos recorrido prácticamente toda l‘Ille peregrinando por las obras de Le Corbusier, teniendo como destino Erasmus su país natal, no me quedaba otra que seguir viajando hacia sus obras. [Fue gracioso, porque después de 11 meses allí acabé viéndolo todo casi en las últimas semanas].
Con ustedes:
La Chaux-de-Fonds, la tercera ciudad de la Suiza francófona, metrópoli de la relojería es la ciudad de nacimiento del arquitecto Le Corbusier. Junto con la ciudad vecina de Le Locle, está inscrita en la lista del patrimonio mundial de la Unesco por su urbanismo relojero.
A pesar de estar encantada con Múnich y disfrutar cada día de la ciudad, irremediablemente hay cosas que echo de menos de mi país erasmus. Desde que abandoné Suiza en agosto del 2012 no he vuelto por allí (con excepción de escalas en aeropuertos). Y evidentemente hay cosas que encuentro a faltar.
01. El verdadero chocolate suizo
A pesar de la globalización y de vivir en el país del Kinder, nada como una buena tableta de chocolate Cailler.
Cada día, excursión era una maravilla. Ahora vivo en más en la ciudad y los paisajes son otros, diferentes y bellos pero nada como estos.
Y subir con un tren cremallera y encontrarte con esto.
03. El queso gruyère
Con origen en la ciudad de Gruyère, el queso gruyère es uno de los fundamentales para fondues.
Sin duda la gran variedad de suave, semi suave, salado, fuerte, etc sólo la podrás encontrar en Suiza. Y recordad queridos, ¡¡¡el queso gruyère no tiene agujeros!!!!
04. La puntualidad
Si bien no puedo quejarme porque vivo en Alemania, la puntualidad suiza va más allá de lo imaginado. No me refiero al quedar con la gente, me refiero a la puntualidad del transporte público. Aquí raro es el día que todo llega puntual. En Suiza era todo lo contrario, y eso, era un gozo.
Me encuentro en mi casa de Múnich, en el corazón de Europa y leo triste las noticias sobre los nuevos criterios para recibir el dinero de la beca Erasmus. Una beca, que por otra parte, hace años que dejó de ser beca para ser una ayuda a la “beca padres“.
Yo misma fui una estudiante Erasmus hace dos años, cuando la ayuda económica total del ministerio que recibimos fue de 1200€. Por supuesto una ridiculez frente a los gastos mensuales.
Lo que yo no consigo entender es que como un país que forma parte de la Unión Europea, cuyo objetivo es el de ser una gran Europa se vea totalmente truncado impidiendo que los estudiantes se formen en el extranjero.
El Erasmus es mucho más que fiesta. Yo en mi año en Suiza aprendí mucho más de lo que las aulas de mi querida universidad de Valencia me hubieran podido enseñar jamás. Se aprende a convivir con gente dispar, gente con otras culturas diferentes, a tolerar y eso señores, es lo que vamos a necesitar en el futuro. Muchos de nosotros por primera vez tenemos que enfrentarnos con la factura de la luz, y en otro idioma. Tendremos que ajustarnos a un presupuesto e ir buscando las ofertas más baratas del supermercado.
Salir de Europa es una oportunidad de aprender y enseñar esos conocimientos en España. Los españoles tenemos mucho que enseñar y sobre todo mucho que aprender.
El irse de Erasmus es un trampolín al mundo; yo por ejemplo me encuentro en el extranjero con oportunidades laborales que actualmente mi país no puede ofrecerme.
Las distancias y las fronteras entre Europa apenas existen ya, ¿por qué se empeñan en volverlas a poner?
Basilea es una ciudad carrefour. Está a caballo entre Francia-Suiza-Alemania de tal manera que puedes estar andando por la ciudad y de repente darte cuenta que estás en otro país.
Por Basilea pasa también el río Rin, gran río navegable.
Pues bien, en veranos los basilienses (he encontrado todos los gentilicios aquí) se sumergen en las aguas del Rin y se dejan llevar por su corriente.
En este cartel se ve por dónde pueden ir los bañistas y por qué arcada del puente deben pasar puesto que al ser navegable podría ser peligroso.
Los basilenses tienen unas bolsas herméticas hinchables donde meten sus bartulos y ¡a la agua! Además las bolsas sirven como flotador.
¡Una refrescante manera de transportarse en los calurosos días de verano por la ciudad! (¿calurosos? en fin..)
Nosotros queríamos haberlo hecho, pero vista la temperatura del agua, nos limitamos a meter los pies.
El erasmus ha llegado a su fin. Cerramos una etapa para abrir otra.
Irremediablemente, mientras estoy en el coche de camino a mi nueva ciudad veo Suiza pasar; esas montañas, esos lagos, ese cielo que han sido testigos de este año.
Es increíble lo rápido que pasa el tiempo.
Ha sido un año especial donde he aprendido a valorar los detalles que tenía en casa (familia, amigos), a ser más paciente (o al menos intentarlo), he aprendido a perder el tiempo, que cada tarde no debe estar ocupada con trabajos, a cocinar, a organizarme porque si no ibas al supermercado no comías… (No he podido aprender a ser puntual, dommage!)
He aprendido un poquito más sobre este país. Suiza tiene mucho por descubrir, sus peculiaridades, sus costumbres y evidentemente ni todo es bueno, ni todo es malo. (¡Qué ganas de volver a precios asequibles!)
No quiero, ni creo que sea posible, resumir este año. Me voy, pero me llevo buenos amigos, me llevo grandes recuerdos, nuevas recetas, excursiones hechas y quizás, demasiadas fotografías.
Hasta siempre Lausanne.
“Si despedirse implica haber vivido, sólo por eso, mereció la pena.”
¿Qué mejor manera que dedicar la entrada número 100 que a los dulces?
Poco antes de acabar mi erasmus descubrí una marca de galletas suizas terriblemente buenas; las galletas Kambly.
Tienen un montón de variedades, pero aquí venimos a hablar de dos en concreto.
La galleta BRETZELI que no ha modificado su receta desde 1910, algo será.
Y la galleta BUTTERFLY, el que dice ser la galleta más fina del mundo.
Y si tu bolsillo no te deja permitirte estas galletas (muy posible), los supermercados Migros (para entendernos el Mercadona suizo) crean su propia marca (el hacendado suizo) que se llama Créa d’Or, un sucedáneo que puede casi pasar por la original.
Las correspondientes galletas en esta marca se llaman Bretzeli y Buttersnacks. No tienen pérdida.
Desde 1891, en Suiza el 1 de agosto se celebra la Fiesta Nacional. La fecha se origina de uno de los primeros contratos con el que los tres cantones Uri, Schwyz y Unterwalden formaron el núcleo de la Suiza actual, que se ha ido configurando en el transcurso de cinco siglos.
El 1 de agosto en un día festivo oficial en toda Suiza desde 1994. Hasta entonces, el 1 de agosto era un día ordinario; algunos cantones (Zúrich, Schaffhausen y el Tesino) consideraban este día como una fiesta legal, los demás cantones lo consideraban únicamente como un día semi-festivo. Se lanzó una iniciativa popular en 1991 con el fin de conseguir que fuese festivo en toda Suiza. La iniciativa fue aceptada el 26 de septiembre de 1993 por votación.
El 1 de agosto, cada comuna suiza organiza a la caída de la noche, hogueras, desfiles de farolillos y fuegos artificiales. Las hogueras evocan las señales usadas anteriormente como un medio visual de transmisión. Desde 1993 se celebran almuerzos en el campo o en las plazas de las ciudades.
Las fiestas son responsabilidad exclusiva de los municipios, no hay fiesta nacional federal. Sin embargo, el presidente de la Confederación Suiza pronuncia un discurso difundido por radio y televisión.
Y además,
Con anterioridad al siglo XIX, Suiza no llevaba bandera nacional. En el campo de batalla, los suizos ondeaban la bandera de su cantón natal. Sin embargo, desde la Batalla de Laupen en 1339, los combatientes llevaban una cruz blanca en los vestidos como seña de identidad.
Al incorporarse Suiza en la Organización de las Naciones Unidas en 2002, los secretarios de actas de la ONU tuvieron que resolver un problema inusual: la bandera suiza es cuadrada, pero las reglas de la ONU prescriben que las banderas del cuartel general deben ser oblongas. Afortunadamente para Suiza, esta regla fue invalidada por otra que permite enarbolar toda bandera cuya superficie no exceda la de las banderas regulares.
La forma de la bandera suiza no está regulada por ley. Sin embargo, el tono del rojo del fondo sí está estandarizado desde el 1 de enero de 2007. El rojo corresponde al número 485 de Pantone y consiste de una mezcla de los colores Magenta y Yellow. También la cruz tiene sus medidas exactas. Según un decreto de 1889, los brazos de la cruz deben tener la misma longitud; además, su longitud debe exceder por una sexta parte a la anchura de los brazos.
Y para finalizar, el himno:
El texto original fue escrito en alemán por Leonhard Widmer (1809-1867). Las versiones en las otras lenguas oficiales suizas fueron escritas posteriormente y no se trata de traducciones, ya que los textos tienen sentidos diferentes. Más información en wikipedia.
Lugano, como cualquier ciudad de Suiza, muere por la noche. En general da igual la época del año que sea. Pero, en verano, Lugano cobra vida. Da igual la noche que sea, habrá gente, habrá música, teatro y todo por la calle y gratis.
Acaba de terminar el festival Longlake, un festival en el que durante un mes ofrecía música clásica, cine, teatro, pop, clases de música, artistas de todo el mundo, arte urbano, espectáculos, literatura… ¿Qué más se puede pedir?
Al ir a Lucerna por primera vez me habían dicho que no debía perderme el Centro de Convenciones y Cultura proyectado por el arquitecto francés Jean Nouvel.