Se dice que Peter Zumthor ganó el premio Pritzker gracias a las termas de Vals; y es que dos años antes de la inauguración del edificio ya era un monumento protegido por el cantón de los Grisones.
Este edificio hecho de cuarcita es la perfección materializada.
Tras tres trenes y un autobús comienzas un recorrido que te lleva a esta maravilla arquitectónica.
El edificio “sale” de la montaña, de una manera sencilla y cuidada, con delicadeza.
Cada detalle, cada junta, cada material, acabado está milimetricamente pensado y tenido en cuenta. Todo está perfectamente modulado, todo tiene un porqué y una razón. No hay azares, ni casualidades, todo está pensado.
Una vez dentro (las fotos estaban prohibidas, pero mi cámara las hizo solas, no sé que pasó..) se respira tranquilidad, relax y perfección.
Como cae la luz cenital, el sonido del agua…
Las termas de Vals están “excavadas” en la montaña. Cuando te sumerges en el agua parece como que estás dentro de ella…
No soy ninguna erudita del tema; pero más que describir con palabras, o intentar poneros más fotos, creo que debe ser una visita obligada. Un must.
¡La libreta roja ya ha estado!
5 comentarios
Se me cae la baba.
Qué maravila, Marta!!
La última foto, preciosa!
Buaff! maravilloso.
es toda una experiencia. de esas que se quedan sin adjetivos calificativos… :):)
Esta es una de esas visitas que tengo que hacer un dia.
La verdad que es una gozada, si bien la experiencia es máxima si uno ha estudiado los planos 🙂