La postal que hoy recibís no es ni de lejos la mejor foto de la cámara, pero sin duda, es una de las mejores historias.
En la pequeña ciudad de Hsipaw, se encuentra el Palacio de Shan. No se trata de ningún edificio lleno de riquezas, sino más bien de la casa estilo británico que podéis ver en la postal, que data de 1924. Su historia es lo que la hace apasionante.
Hasta la llegada de la junta militar en 1962 Hsipaw estaba gobernada por príncipes, una tradición centenaria. Con la llegada de la dictadura militar, el último príncipe de Hsipaw desapareció por completo. Éste estaba casado con una mujer austríaca que conoció mientras estudiaba en los Estados Unidos: Inge Sargent.
Cuando éste desapareció, ella y sus hijas marcharon del país al cabo de unos años, debido al peligro que suponía para ellas vivir en Myanmar. Plasmó toda esta historia en “Twilight over Burma: My Life as a Shan Princess“.
Al marcharse, Inge dejó la casa a cargo de Donald y su mujer Fern, sobrino de su marido desaparecido. Hoy en día, son ellos los que cuidan la casa y acogen las visitas de los extranjeros a los que cuentan la trágica historia de la familia.
Donald estuvo encarcelado debido a su contacto con extranjeros a los que contaba lo que había pasado. Desde 2011 y gracias a las reformas que experimenta el país fue liberado y el Palacio Shan puede ser visitado.
La mujer y las hijas del príncipe, escriben anualmente al gobierno birmano para por fin saber la verdad sobre el paradero de Sao Kya Seng, el príncipe aunque tienen prohibido tener cualquier tipo de contacto con Fern y Donald.
Éstos amabílisimos, abren las puertas de su casa para contarte la fascinante historia de sus antepasados.
Una historia increíble, y más inverosímil, es pensar que estas cosas sigan pasando. Me quedé totalmente conmovida.
2 comentarios
Mingalaba Marta!
Conocer a gente como Fern, verdaderos protagonistas de la historia del país, es el recuerdo más especial que uno se puede llevar cuando viaja.
Estuvimos con ella en el 2013, y fue una de las experiencias más enriquecedoras que tuvimos.
Un abrazo grande!
Hola Jota, ¡qué grandísima ilusión verte por aquí! 🙂
Efectivamente, al final, el poso que queda del viaje son los encuentros y las personas. Me hubiera encantado saber birmano para preguntar miles de cosas más 🙂
Un abrazooo