Cuando uno llega a Viena queda totalmente maravillado. Pero, dejando los palacios de lado, uno no debe abandonar la ciudad sin probar el plato por excelencia de la ciudad: el Wiener Schnitzel.
A priori no deja de ser un filete empanado, pero créanme señores, es un verdadero manjar. (rugen estómagos al recodarlo)
El mejor sitio de la ciudad para tomarlo (o el más famoso) es Figlmüller – el hogar de los filetes empanados-. Sirven el filete como lo hacía su abuela hace más de 100 años.
Usan la mejor carne de cerdo para que no se endurezca al freírlo.
Además para que la carne esté bien jugosita y tenga el filete 30 cm de diámetro, lo golpean con un mazo varias veces. ¡La carne se sale del plato! Y se fríe en ¡tres sartenes diferentes! Una locura. Viene siempre con una rodaja de limón y la mayoría de las veces con salsa de arándanos rojos.
Hay varios restaurantes, pero el mejor y original es uno pequeño al lado de la catedral.
Una buena cerveza, una ensalada de patatas y a disfrutar.
¿Lo habéis probado? ¿Qué pensáis? ¿La fama es merecida?
8 comentarios
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ¡hambrenvidia!
Me lo apunto para cuando en un golpe de suerte pueda ir a Viena.
Viena debe estar en tu lista de destinos muy arriba!
Ver eso a estas horas me mata…yo por uno de esos maa–too! 😉
Pues Viena no nos pilla nada lejos 😉
Yo fui en Marzo en un fin de semana, y está la mar de cómodo desde Múnich.
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Nunca dejas de sorprenderme con las autenticas “curiosidades curiosas” que cuentas. Me encantan!
me alegro que te gusten 🙂