Si hay un lugar en este mundo que me ha parecido sacado de él fue el Altiplano en Bolivia. Las montañas no son las montañas no se parecen nada a los Alpes, la vegetación es otra, la fauna que jamás vi, cielos con otros colores, etc.
Antes de llegar al Salar de Uyuní y la Reserva Nacional de Eduardo Avaroa hay un cementerio de trenes, que es cuanto menos bastante sorprendente.
El pequeño pueblo de Uyuní fue el primer lugar de Bolivia que contó con el ferrocarril. En 1899 se construyó la primera vía que unía Uyunía con Antofagasta (ahora en Chile). Debido a las minas de plata, el ferrocarril comenzó un gran desarrollo industrial en la zona. Además la cercanía a la frontera de Chile otorgaron a Uyuní el ser un lugar de intercambio privilegiado.
El progreso nunca llegó y la plata fue a parar fuera de Bolivia. Con el tiempo y la pérdida en la guerra con Chile, Bolivia perdió su única salida al mar. Las máquinas se llevaban a arreglar a Uyuní, pero no fue así y los trenes fueran quedándose varados en las vías muertas. El clima, el paso del tiempo han convertido a estos trenes en esqueletos de acero, oxidados que recuerdan lo que un día pudo ser y nunca fue.
¡Pasajeros al tren!
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El columpio colgando del vientre vacío de una locomotora me ha conquistado.
<3
Un paisaje muy bucólico. 😉
Trenes + cosas abandonadas + columpios. Creo que tengo que ir un día ahí.
Pues es sólo la puerta a paisajes más maravillosos aún…
(ya escribiré sobre ello cuando entregue pfc!)
Cuando uno llega a conocer esos paisajes se te pone la piel de gallina, por lo menos a mi que pude recorrer mucho la zona. Caso similar son las oficinas saliteras en el norte de chile, si pueden visitenlas antes que se las carguen
Totalmente de acuerdo Hans, ¿te refieres a estas salitreras? http://lalibretaroja.com/2013/11/24/la-ciudad-fantasma/
muchas gracias por pasarte y bienvenido 🙂